Noam Chomsky y José Mujica, ayer, en la Intendencia de Montevideo. * Foto: Pablo Vignal |
Lo presentaron como un sembrador de esperanza, aunque el intelectual estadounidense Noam Chomsky expuso durante una hora un diagnóstico nada alentador. La importancia de su presencia en Montevideo podía medirse por la larga cola de personas que terminaba en el salón Azul de la Intendencia de Montevideo, bajaba dos pisos por escalera, atravesaba el hall central y salía al frío de la mañana en la explanada.
Doctor en lingüística y “padre” de la gramática generativa, Chomsky, de 88 años, escribió a lo largo de su vida sobre filosofía, política y comunicación. Es considerado un referente de la intelectualidad de izquierda, con una postura muy crítica hacia las políticas de su país. “Usted despierta nuestra admiración no sólo porque es uno de los mayores lingüistas de la historia. Despierta nuestra admiración porque es, desde casi siempre, un activista por las causas de la libertad y de la justicia”, lo presentó Agustín Canzani, director de la Fundación Liber Seregni, organizadora de la conferencia.
La primera afirmación de Chomsky, sustentada en la historia de su país y del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, fue que el poder político y económico no tiene interés en garantizar la seguridad de la población, sino la seguridad de los sistemas de poder. En este escenario, el mundo se encamina hacia una catástrofe ambiental y eventualmente nuclear, advirtió. “Las fuerzas dominantes en la sociedad global han impuesto políticas que sistemáticamente erosionan las líneas de defensa contra la autodestrucción. La humanidad creó su tormenta perfecta, es improbable que sobreviva mucho tiempo”, consideró.
Recordó que en 2015 Corea del Norte le propuso a Estados Unidos cancelar su programa nuclear a cambio de que este país detuviera las maniobras militares que realizaba junto a Corea del Sur en la frontera con Corea del Norte, y que esta propuesta fue rechazada por Estados Unidos. “La propuesta habría podido sentar las bases para negociaciones que redujeran radicalmente las amenazas. Hay razones para pensar que las negociaciones podrían haber sido exitosas. Pero la propuesta fue instantáneamente rechazada”, cuestionó Chomsky. Además, dijo que las “opciones pacíficas existen, pero son descartadas”, y esto sucede así porque “la seguridad de la población es una preocupación marginal”.
En cuanto al calentamiento global, alertó que “los peligros son inminentes” y recordó que mucha gente todavía niega el fenómeno. Dijo que las negociaciones sobre el cambio climático no reciben en general atención de la prensa ni de la opinión pública, y cuestionó a los “intelectuales liberales” y a la “prensa liberal” por ocultar lo que sucede. En particular, aseguró que los periodistas de su país no le hacen una sola pregunta al presidente Donald Trump sobre sus posturas en materia de medioambiente y cambio climático. Advirtió que su país ha aumentado la producción de petróleo. “Estados Unidos está llevándonos al desastre”, sentenció. “¿Puede el mundo sobrevivir cuando el país más poderoso del mundo está acelerando la crisis?”, inquirió.
Chomsky sostuvo que el neoliberalismo bajó los salarios, quitó beneficios sociales y generó más desigualdad y pobreza. Además, dijo, ha incrementado las amenazas debilitando las instituciones políticas, desalentando la participación de la gente, desregulando mercados y, en definitiva, “erosionando las democracias”. “Uno de los objetivos de la reforma neoliberal fue tirar abajo los beneficios laborales que se habían obtenido en la década de 1960. En esas condiciones, es difícil que la democracia se profundice. Los burócratas deberían escuchar otras voces, no sólo a sus economistas”, cuestionó.
Ante este panorama, y citando a los científicos atómicos y su “reloj del Apocalipsis”, Chomsky instó a tomar acciones “muy pronto”, que vayan en el sentido de profundizar la democracia. Apuntó en dos direcciones. Por un lado, cuestionó que políticas públicas que son centrales para cualquier país, como las reformas laborales, estén siendo diseñadas por un grupo de técnicos que ni siquiera son representantes de la población, a la que, a su vez, se le niega el derecho de votar por esas políticas. “En Europa las poblaciones nunca votaron por estas reformas y la democracia fue sacrificada para implementar las reformas neoliberales, que fueron diseñadas por personas que no fueron electas”, sostuvo.
Por otro lado, y junto a este proceso, Chomsky denunció el poder de las grandes corporaciones, que apuntan sus baterías a minar el poder regulatorio de los estados. “Debilitar la democracia es un fin de los programas neoliberales. La concentración del poder económico tiene como efecto natural el debilitamiento de la democracia”, concluyó.
Región y libre comercio
La Fundación Liber Seregni les propuso a cuatro personas, de organizaciones diversas, que formularan preguntas: la senadora frenteamplista Constanza Moreira, el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, Viviana Barretto, de Redes-Amigos de la Tierra, y el ex rector de la Universidad de la República Rodrigo Arocena.
Moreira le preguntó a Chomsky qué lugar considera que ocupa América Latina en la lucha por la “supervivencia global”. El pensador evaluó positivamente algunas acciones tomadas por los gobiernos progresistas, por ejemplo, liberarse de la égida del Fondo Monetario Internacional (FMI), implementar políticas de reducción de la pobreza, de consagración de derechos civiles, de mejora en las oportunidades de educación. Mencionó especialmente los “esfuerzos” del ex presidente Lula da Silva, en Brasil, por “cambiar el orden internacional” y “dar voz al sur global”, a partir de la constitución de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Fueron cambios “muy significativos”, valoró, pero agregó que “lamentablemente” la izquierda no supo lidiar con dos problemas centrales.
Por un lado, cuestionó la “incapacidad de los líderes de izquierda de evitar la severa corrupción, que es endémica en algunos lugares de América Latina y en la mayor parte del mundo”.
Por otro lado, mencionó la incapacidad de la izquierda para “sortear un problema serio de largo plazo para el desarrollo de América Latina”, que tiene que ver con la utilización de sus recursos naturales. “América Latina es rica en recursos, pero estos han sido utilizados tradicionalmente para beneficiar a un pequeño grupo extremadamente rico y a los inversores. Eso continuó durante los gobiernos de izquierda. También la exportación de productos primarios, que fue estimulada por la tentación –que se debería haber resistido– de volverse proveedores de materia prima de China”, indicó.
Dijo que si se compara a América Latina con el sudeste asiático, la conclusión es “bastante sorprendente”. América Latina tiene en comparación “enormes ventajas”: cuenta con abundancia de recursos y no tiene externalidades que afecten la producción, pero sus políticas apuntan “al bienestar de un grupo muy pequeño y muy rico de su población” y a favorecer a los inversores, que “no tienen ninguna responsabilidad, no pagan ningún impuesto, sólo se enriquecen”. En cambio, la inversión en Asia es dirigida y controlada para canalizarla en sectores estratégicos para el desarrollo, y se prohibió la exportación de capital, afirmó Chomsky. “Las diferencias son sorprendentes. En 1950, Corea del Sur estaba al nivel de un país pobre de África, y hoy es un poder industrial. En América Latina eso no pasó”, señaló el lingüista.
Viviana Barretto, de Redes Amigos de la Tierra, le preguntó si los acuerdos de protección de inversiones y los megaacuerdos de libre comercio, que “recortan las capacidades de las democracias para construir alternativas de supervivencia”, significan una nueva etapa de construcción del poder corporativo a nivel global.
En primer lugar, Chomsky puntualizó que los acuerdos de libre comercio no son tales, sino que son más bien “acuerdos de beneficios para los inversores”. “A veces ni siquiera tienen relación con el comercio”, sino que “son acuerdos que buscan proteger los derechos del poder privado”, consideró. Alertó que este tipo de acuerdos consagran derechos de propiedad intelectual a un nivel sin precedentes. “Si hubieran existido en el siglo XIX, Estados Unidos habría sido un país del tercer mundo”, sentenció. Otro peligro de este tipo de acuerdos es que da a los inversores “el derecho de demandar a los gobiernos” por establecer regulaciones “que puedan afectar sus beneficios futuros”, acotó.
Ante la pregunta de Arocena sobre el rol de la tecnología en las disputas globales, Chomsky consideró que la tecnología es “neutral”. “El problema no es la tecnología, es el control de la tecnología. Es un problema social, no tecnológico”, indicó. Dijo que la tecnología puede servir tanto para el control participativo de la economía como para destruir el mundo del trabajo y para que los gobiernos controlen a las poblaciones. “La tecnología puede ir para los dos lados, depende del activismo político y social. [...] Hay que entender cómo funciona y el potencial liberador que tiene”, concluyó.
Doctor en lingüística y “padre” de la gramática generativa, Chomsky, de 88 años, escribió a lo largo de su vida sobre filosofía, política y comunicación. Es considerado un referente de la intelectualidad de izquierda, con una postura muy crítica hacia las políticas de su país. “Usted despierta nuestra admiración no sólo porque es uno de los mayores lingüistas de la historia. Despierta nuestra admiración porque es, desde casi siempre, un activista por las causas de la libertad y de la justicia”, lo presentó Agustín Canzani, director de la Fundación Liber Seregni, organizadora de la conferencia.
La primera afirmación de Chomsky, sustentada en la historia de su país y del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, fue que el poder político y económico no tiene interés en garantizar la seguridad de la población, sino la seguridad de los sistemas de poder. En este escenario, el mundo se encamina hacia una catástrofe ambiental y eventualmente nuclear, advirtió. “Las fuerzas dominantes en la sociedad global han impuesto políticas que sistemáticamente erosionan las líneas de defensa contra la autodestrucción. La humanidad creó su tormenta perfecta, es improbable que sobreviva mucho tiempo”, consideró.
Recordó que en 2015 Corea del Norte le propuso a Estados Unidos cancelar su programa nuclear a cambio de que este país detuviera las maniobras militares que realizaba junto a Corea del Sur en la frontera con Corea del Norte, y que esta propuesta fue rechazada por Estados Unidos. “La propuesta habría podido sentar las bases para negociaciones que redujeran radicalmente las amenazas. Hay razones para pensar que las negociaciones podrían haber sido exitosas. Pero la propuesta fue instantáneamente rechazada”, cuestionó Chomsky. Además, dijo que las “opciones pacíficas existen, pero son descartadas”, y esto sucede así porque “la seguridad de la población es una preocupación marginal”.
En cuanto al calentamiento global, alertó que “los peligros son inminentes” y recordó que mucha gente todavía niega el fenómeno. Dijo que las negociaciones sobre el cambio climático no reciben en general atención de la prensa ni de la opinión pública, y cuestionó a los “intelectuales liberales” y a la “prensa liberal” por ocultar lo que sucede. En particular, aseguró que los periodistas de su país no le hacen una sola pregunta al presidente Donald Trump sobre sus posturas en materia de medioambiente y cambio climático. Advirtió que su país ha aumentado la producción de petróleo. “Estados Unidos está llevándonos al desastre”, sentenció. “¿Puede el mundo sobrevivir cuando el país más poderoso del mundo está acelerando la crisis?”, inquirió.
Chomsky sostuvo que el neoliberalismo bajó los salarios, quitó beneficios sociales y generó más desigualdad y pobreza. Además, dijo, ha incrementado las amenazas debilitando las instituciones políticas, desalentando la participación de la gente, desregulando mercados y, en definitiva, “erosionando las democracias”. “Uno de los objetivos de la reforma neoliberal fue tirar abajo los beneficios laborales que se habían obtenido en la década de 1960. En esas condiciones, es difícil que la democracia se profundice. Los burócratas deberían escuchar otras voces, no sólo a sus economistas”, cuestionó.
Ante este panorama, y citando a los científicos atómicos y su “reloj del Apocalipsis”, Chomsky instó a tomar acciones “muy pronto”, que vayan en el sentido de profundizar la democracia. Apuntó en dos direcciones. Por un lado, cuestionó que políticas públicas que son centrales para cualquier país, como las reformas laborales, estén siendo diseñadas por un grupo de técnicos que ni siquiera son representantes de la población, a la que, a su vez, se le niega el derecho de votar por esas políticas. “En Europa las poblaciones nunca votaron por estas reformas y la democracia fue sacrificada para implementar las reformas neoliberales, que fueron diseñadas por personas que no fueron electas”, sostuvo.
Por otro lado, y junto a este proceso, Chomsky denunció el poder de las grandes corporaciones, que apuntan sus baterías a minar el poder regulatorio de los estados. “Debilitar la democracia es un fin de los programas neoliberales. La concentración del poder económico tiene como efecto natural el debilitamiento de la democracia”, concluyó.
Región y libre comercio
La Fundación Liber Seregni les propuso a cuatro personas, de organizaciones diversas, que formularan preguntas: la senadora frenteamplista Constanza Moreira, el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, Viviana Barretto, de Redes-Amigos de la Tierra, y el ex rector de la Universidad de la República Rodrigo Arocena.
Moreira le preguntó a Chomsky qué lugar considera que ocupa América Latina en la lucha por la “supervivencia global”. El pensador evaluó positivamente algunas acciones tomadas por los gobiernos progresistas, por ejemplo, liberarse de la égida del Fondo Monetario Internacional (FMI), implementar políticas de reducción de la pobreza, de consagración de derechos civiles, de mejora en las oportunidades de educación. Mencionó especialmente los “esfuerzos” del ex presidente Lula da Silva, en Brasil, por “cambiar el orden internacional” y “dar voz al sur global”, a partir de la constitución de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Fueron cambios “muy significativos”, valoró, pero agregó que “lamentablemente” la izquierda no supo lidiar con dos problemas centrales.
Por un lado, cuestionó la “incapacidad de los líderes de izquierda de evitar la severa corrupción, que es endémica en algunos lugares de América Latina y en la mayor parte del mundo”.
Por otro lado, mencionó la incapacidad de la izquierda para “sortear un problema serio de largo plazo para el desarrollo de América Latina”, que tiene que ver con la utilización de sus recursos naturales. “América Latina es rica en recursos, pero estos han sido utilizados tradicionalmente para beneficiar a un pequeño grupo extremadamente rico y a los inversores. Eso continuó durante los gobiernos de izquierda. También la exportación de productos primarios, que fue estimulada por la tentación –que se debería haber resistido– de volverse proveedores de materia prima de China”, indicó.
Dijo que si se compara a América Latina con el sudeste asiático, la conclusión es “bastante sorprendente”. América Latina tiene en comparación “enormes ventajas”: cuenta con abundancia de recursos y no tiene externalidades que afecten la producción, pero sus políticas apuntan “al bienestar de un grupo muy pequeño y muy rico de su población” y a favorecer a los inversores, que “no tienen ninguna responsabilidad, no pagan ningún impuesto, sólo se enriquecen”. En cambio, la inversión en Asia es dirigida y controlada para canalizarla en sectores estratégicos para el desarrollo, y se prohibió la exportación de capital, afirmó Chomsky. “Las diferencias son sorprendentes. En 1950, Corea del Sur estaba al nivel de un país pobre de África, y hoy es un poder industrial. En América Latina eso no pasó”, señaló el lingüista.
Viviana Barretto, de Redes Amigos de la Tierra, le preguntó si los acuerdos de protección de inversiones y los megaacuerdos de libre comercio, que “recortan las capacidades de las democracias para construir alternativas de supervivencia”, significan una nueva etapa de construcción del poder corporativo a nivel global.
En primer lugar, Chomsky puntualizó que los acuerdos de libre comercio no son tales, sino que son más bien “acuerdos de beneficios para los inversores”. “A veces ni siquiera tienen relación con el comercio”, sino que “son acuerdos que buscan proteger los derechos del poder privado”, consideró. Alertó que este tipo de acuerdos consagran derechos de propiedad intelectual a un nivel sin precedentes. “Si hubieran existido en el siglo XIX, Estados Unidos habría sido un país del tercer mundo”, sentenció. Otro peligro de este tipo de acuerdos es que da a los inversores “el derecho de demandar a los gobiernos” por establecer regulaciones “que puedan afectar sus beneficios futuros”, acotó.
Ante la pregunta de Arocena sobre el rol de la tecnología en las disputas globales, Chomsky consideró que la tecnología es “neutral”. “El problema no es la tecnología, es el control de la tecnología. Es un problema social, no tecnológico”, indicó. Dijo que la tecnología puede servir tanto para el control participativo de la economía como para destruir el mundo del trabajo y para que los gobiernos controlen a las poblaciones. “La tecnología puede ir para los dos lados, depende del activismo político y social. [...] Hay que entender cómo funciona y el potencial liberador que tiene”, concluyó.
De dos hemisferios | Chomsky viajó junto a su esposa a Uruguay para la filmación de un documental a cargo de Saúl Alvídrez, un mexicano que fue referente del movimiento estudiantil #Yosoy132. Este movimiento promovió en 2012 la democratización de los medios de comunicación en su país, en el marco de la campaña por la que resultó electo presidente mexicano Enrique Peña Nieto, al que este movimiento consideraba una figura impuesta por los medios de comunicación. El documental busca retratar las visiones y pensamientos de Chomsky y del ex presidente José Mujica, como representantes de la “sabiduría” en ambos hemisferios. En ese marco, el domingo se filmaron escenas de Chomsky junto a Mujica en su chacra y en el Quincho de Varela. Según se supo ayer, Mujica le propuso a la Fundación Liber Seregni que Chomsky diera una conferencia abierta. El ex presidente estuvo ayer en el Salón Azul de la IM y agradeció “a la vida” haber conocido a Chomsky. “Tal vez tu larga siembra nos ayudó a sostener la más difícil y comprometedora de las libertades; me refiero a la libertad de pensamiento. Agradezco la suerte de ser una especie de humilde trampolín para que el mundo de los jóvenes, el mundo intelectual uruguayo, pueda conocerte y testimoniarte el afecto por lo mucho que has sembrado”, manifestó Mujica, y afirmó que no hay porvenir “sin intelectuales comprometidos”.
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