jueves, 28 de junio de 2012

Ante el golpe de Estado en la República de Paraguay


Foto: E´a.com.py
La voluntad expresada en 2008 en las urnas, las legítimas aspiraciones de cambio y un proyecto de progreso que, laboriosamente –y no sin dificultades–, venía construyendo el hermano pueblo del Paraguay han sido, una vez más, traicionados. 

Un golpe de Estado expulsó del cargo a su Presidente, Fernando Lugo, a resultas de lo cual el hermano país quedó en riesgo. Porque en riesgo están el estricto respeto a los derechos humanos, cívicos y de protección social de todos los ciudadanos y ciudadanas; en particular, de los más postergados y desposeídos, y también los derechos de todo aquél que aspire a vivir en un mundo mejor, en un Paraguay en paz. 
Un Paraguay que ¿casualmente? iba a asumir la Secretaría del Mercosur en la reunión cumbre que se celebra en Mendoza, Argentina.

Se instrumentó contra Lugo un juicio político bajo el escudo de los sucesos de Curuguaty, Dpto. de Canindeyú, donde murieron once campesinos y seis policías; estos últimos, caídos bajo balas de francotiradores a sueldo del terrateniente Blas N. Riquelme, (dueño de los Supermercados Real, ex- senador de la ANR - Partido Colorado y amigo personal del ex-dictador Alfredo Stroessner, "presidente" entre 1954 y 1989) que había usurpado tierras de criollos y pueblos originarios, durante la Reforma Agraria Stronista. El pretexto principal elegido por la oposición, fue la “falta de protección” que el terrateniente-usurpador padecería en “su propiedad”.

La farsa de ese somero juicio político donde el legítimo derecho a defensa fue acotado en el tiempo y conculcado en los hechos, y que derivó en la destitución del presidente acusado, se inscribe en los descarados intentos destituyentes que varios países de Nuestra América han sufrido en los últimos años. Entre ellos, Venezuela (2002) y Ecuador (2010). En este mismo momento, grupos elitistas aliados al capital transnacional se montan, una vez más, en una defensa de intereses corporativos y sectoriales, y los galvanizan con el objetivo de agitar la sociedad boliviana, para de este modo desestabilizar el gobierno del Presidente Evo Morales. De la maniobra, no estaría ajena la embajada yanqui en ese país.

La receta, aplicada en Paraguay en forma perentoria, es similar a la usada en 2009 en la República de Honduras donde al presente, y mediante un proceso electoral amañado, hay un gobierno surgido de la escandalosa destitución del Presidente Manuel Zelaya. Hoy, pese al silencio mediático internacional, se reciben de ese hermano país noticias de acciones que condicionan, recortan o cercenan la vida y la libertad de los hondureños.



AUNA repudia el golpe de Estado en Paraguay, y reivindica la legitimidad del presidente Lugo en su cargo. Adhiere a las declaraciones realizadas en este caso por el ALBA, Mercosur, Unasur y CELAC, en las que se proclama la defensa y protección del orden democrático. AUNA apoya con fervor el camino de integración regional que construyen los países de Nuestra América.