Abril es el mes elegido por la flamante administración Biden para desembarcar en Argentina con sus dos primeros enviados. El primero llegó esta semana, es el militar a cargo del Comando Sur que, con la excusa de donar unos hospitales de campaña, vino a supervisar la “potencialmente peligrosa” instalación de una base construida con capitales chinos en el sur de nuestro país. El segundo arribará en los próximos días y se trata de uno de los principales asesores del presidente norteamericano en los asuntos relacionados con Latinoamérica, que buscará sellar acuerdos para consolidar los intereses de su país en estas latitudes. Pero la buena relación de la administración de los Fernández con China y Rusia, tensan la cuerda de una negociación que no será sencilla. Pasen y lean.
A principios del siglo XIX, muchas colonias españolas en América Latina intentaban aprovecharse del imperio en quiebra e independizarse de la corona. Sin embargo, a principios de la década de 1820, comenzó a recuperarse. Por eso Estados Unidos y Gran Bretaña intentaron impedir que el Reino de España recuperara poder en territorio americano porque pretendían sumar nuevos socios. Y los conquistadores que arrasaban con las riquezas del nuevo mundo eran un escollo.
En este contexto, a fines de 1823 el presidente norteamericano James Monroe propuso la Doctrina que la historia bautizó con su apellido en la que se declaraba que cualquier esfuerzo adicional de los países europeos para colonizar tierras o interferir con los países de las Américas sería visto por los Estados Unidos como actos de agresión que requerían su intervención. Los seguidores de Monroe afirmaban que el hemisferio occidental no debía ser controlado por los imperios de Europa y que Norteamérica no interferiría con las colonias existentes ni en las preocupaciones internas de los países del viejo continente.
El término “patio trasero de Estados Unidos” fue acuñado durante este tiempo como una referencia a América Latina. Washington apoyó la independencia de las colonias españolas porque querían mantener a España y otros países europeos fuera del hemisferio occidental.
En su libro “El patio trasero de Norteamérica: Estados Unidos y América Latina, desde la Doctrina Monroe hasta la Guerra contra el Terror”, la periodista especializada Grace Livingstone explica la estrategia estadounidense hacia Latinoamérica durante el último medio siglo, revelando específicamente sus debilidades intrínsecas y la profunda ignorancia y prejuicio de los formuladores de políticas.
“Aunque América Latina no es la zona más pobre del mundo, es la más desigual. Históricamente, una pequeña élite ha controlado la mayor parte de la riqueza. Estados Unidos ha tratado tradicionalmente con esa élite, por represiva o reaccionaria que haya sido, porque controlaban el gobierno y la economía de mercado. Las masas de pobres a menudo eran analfabetas y vivían en una economía de subsistencia. Estos hechos posteriores ayudan a explicar el desarrollo desigual de América Latina”, sostiene la especialista.
Livingstone expresa que a pesar de que en los Estados Unidos y Europa la agitación revolucionaria o la guerra han sido a veces el precursor necesario del cambio, el gobierno de los Estados Unidos ha actuado como contrapeso a la reforma, con respecto al trastorno, la protesta masiva (y, por supuesto, la revolución) como una amenaza para la estabilidad y por lo tanto sus propios intereses.
El Comando Sur es una unidad del Pentágono que tiene como objetivo principal proteger los intereses norteamericanos en Latinoamérica. El jueves pasado llegó a la Argentina su Jefe, el almirante Craig Faller. La gacetilla de la embajada norteamericana en Argentina destaca que este paso tiene como fin “realizar donaciones humanitarias en representación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos para apoyar a Argentina en los esfuerzos conjuntos para combatir la pandemia del COVID-19”.
Pero el verdadero objetivo de esta visita es otro: negociar con el Gobierno proyectos clave como la construcción de una base naval integrada en Ushuaia, el 5G y la concesión de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Todos temas en los que China está detrás. Además, es un anticipo de otro visitante que recibirá el país la próxima semana: la de Juan González Román, flamante director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional.
El itinerario de Faller en Argentina fue muy acotado. El comunicado de la embajada del país del norte lo resume en apenas cuatro líneas. Además de la donación mencionada, el almirante viajó a Ushuaia. Esta agenda difiere bastante de la que desarrolló en Uruguay. El resumen de esa visita se extiende a lo largo de cinco párrafos, con detalles que reflejan la relación que Luis Lacalle Pou busca entablar con Estados Unidos. En tanto, el canciller Felipe Solá espera la respuesta del gobierno uruguayo a raíz del pedido de informes por el avión de la Royal Air Force del Reino Unidos que el último domingo voló desde Montevideo a las Islas Malvinas incumpliendo acuerdos internacionales.
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Geopolítica de alto nivel
Argentina avanza en sus planes de construir en el extremo sur del país una Base Naval Integrada y un Polo Logístico Antártico. Un proyecto clave para los intereses del Estado argentino por la presencia que representaría como auxilio a las bases de la Antártida. “Ya se encuentran desarrolladas todas las especificaciones técnicas y la previsión presupuestaria para iniciarla fue incorporada al presupuesto preliminar de la jurisdicción”, dijo en agosto del 2020 el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, en el informe de gestión brindado a la Cámara de Diputados. Y precisó que sólo “resta la actualización del informe de impacto ambiental para estar en condiciones de poder consolidar el pliego licitatorio correspondiente”.
Lo que realmente preocupó al Gobierno de Estados Unidos es la posibilidad de que Argentina avance en este proyecto con financiamiento chino. Y la preocupación no es en vano. Esa posibilidad formó parte del diálogo que el ministro de Defensa argentino Agustín Rossi mantuvo con el embajador de China en la Argentina, Zou Xiaoli, el 18 de enero de este año.
En una entrevista replicada en Infobae, Faller expresó lo que significa la presencia de China (y Rusia) en la región: “La estrategia de defensa nacional destaca la competencia con Rusia y China específicamente como áreas de enfoque. China es una potencia económica en ascenso, y tiene un interés económico y comercial legítimo en todo el mundo. Sin embargo, no siguen las reglas”.
“Lo cierto es que nuestra Estrategia de Defensa Nacional considera a China como un ‘competidor’. Yo di mi testimonio ante el Congreso de EE.UU. y señalé que, en el siglo XXI, China es para nosotros una ‘amenaza’, lo cual no significa que esta situación deba derivar en un conflicto”, aseguró el jefe de Comando Sur. Dijo también que esa competencia debe convertirse en “cooperación”, pero que ésta debe estar basada “en valores democráticos y el respeto del estado de derecho, y no en la redefinición de las normas del Derecho Internacional para atentar contra la democracia”. También cuestionó a Rusia, al señalar que es un caso “distinto al de China”, debido a que “Rusia siembra mentiras y desinformación en forma rutinaria”.
La visita de Faller al país y la donación entregada se leyó como un nuevo gesto de la gestión de Joe Biden a Alberto Fernández. Ambas administraciones han mantenido un diálogo fluido en las últimas semanas, en miras a la Cumbre de Líderes por el Cambio Climático que el norteamericano encabezará en los últimos días de abril, al cual el mandatario argentino ya fue invitado. Pero fue más que un gesto. Y eso queda claro si se relaciona con una visita aún más relevante que el país recibirá la semana entrante.
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González, pero no el de la guía
El próximo visitante que llegará a la Argentina la semana próxima no tiene nada que envidiarle al bueno de Craig. Se llama Juan González Román y es el flamante director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. El estratégico funcionario nació en Cartagena, Colombia, vivió allí hasta los siete años y se mudó luego a Nueva York. Es un estrecho asesor del presidente Joe Biden. Se formó políticamente durante la administración de Barack Obama con roles vinculados a la región, “el patio trasero de Estados Unidos”. Y asumió ahora un rol bastante más influyente.
En su nueva posición, González trabajará bajo la dirección del consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. “El Consejo de Seguridad Nacional cumple un rol fundamental para mantener segura a nuestra nación”, expresó Biden al dar a conocer a los nuevos miembros de su administración. “Estos muy experimentados funcionarios públicos trabajarán incansablemente para proteger a los estadounidenses y restaurar el liderazgo de Estados Unidos en el mundo”, señaló el flamante mandatario.
González se desempeñó en el gobierno de Obama como subsecretario de Estado para Asuntos Occidentales en el Departamento de Estado y en la Casa Blanca como consejero especial del por entonces vicepresidente Biden y director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Su especialidad son los temas relacionados con el narcotráfico y la inmigración.
Como buen representante del estilo “Demócrata” para relacionar a los Estados Unidos con el mundo, González Román siempre criticó la política de Donald Trump hacia Latinoamérica. Sin embargo, hay un punto en el que tanto su actual jefe como su platinado antecesor coinciden, que es la situación de Venezuela. En diálogo con el portal de noticias argentino que mejores relaciones tiene con la embajada norteamericana, González remarcó en octubre pasado que es “imposible ignorar que Nicolás Maduro es ahora un dictador, que ha perdido toda legitimidad por el sufrimiento que le ha infligido a el pueblo venezolano”.
González Román llega la semana entrante a nuestro país tras visitar su Colombia natal y su visita refleja la importancia que la administración de Biden le da a nuestro país, pero en particular a Latinoamérica. Más que importancia, es preocupación. Las crisis políticas desatadas en Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile (además de Venezuela, claro), motivó a Estados Unidos a estrechar su relación con el gobierno argentino. Y esta relación ya ha dado buenos resultados, en la “diplomacia de intermediación” que llevó adelante Alberto Fernández para acercar posiciones entre Biden y el presidente de Bolivia, Luis Arce.
“En un contexto de una América Latina incendiada, Argentina es un socio clave para Biden, por eso no nos van a perjudicar, y por eso van a ayudar en la negociación con el Fondo Monetario Internacional”, insiste una fuente que conoce de memoria los pasillos del Palacio San Martín.
Pero Biden ve también en Argentina posibles negocios y batallas geopolíticas que está en condiciones de disputar para complicar los intereses de China. Estas confrontaciones están relacionadas, por caso, con el 5G o el proceso licitatorio que en unos días se abrirá respecto a la Hidrovía Paraguay-Paraná. Ambos puntos estarán también en la agenda de González.
La visita de Faller es entonces, además de un gesto, la ratificación de la relevancia que Estados Unidos le da al país. Y la alarma que se enciende en la Casa Blanca cada vez que un funcionario argentino dialoga con uno de la República Popular de China o de Rusia. Los viajes de estos dos funcionarios norteamericanos también tienen otra explicación. Estados Unidos no ha designado aún embajador en Argentina, tampoco está aprobado por el Congreso de EE.UU. el subsecretario para Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado.
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