Resulta increíble comprender cómo el legítimo gobierno de Venezuela ha logrado sortear las innumerables acciones desestabilizadoras económicas, financieras y políticas que ha sufrido durante los últimos años por parte de la derecha criolla apoyada desde Estados Unidos y, además, ha podido continuar ampliando los programas sociales en beneficio de su población.
El 2016 fue uno de los años más largo y duro desde el inicio de la Revolución Bolivariana debido a los enormes ataques que sufrió con la intención de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.
Entre esas acciones se destaca el bloqueo de cuentas de la República por parte del Banco City Bank que intentó descalificar la credibilidad financiera del país.
Además, las calificadoras occidentales de riesgos como JT Morgan, presagiaban una inminente cesantía de pagos de deudas venezolanas, logrando un cerco para acceder a créditos internacionales.
La empresa PDVSA como principal generadora de divisas del país, fue víctima de ataques y sabotajes que pretendían evitar un canje de deuda para el desarrollo de la industria.
Simultáneamente, hubo un complot para sacar de circulación y llevarse fuera del país todos los billetes de 100 bolívares. Ese golpe se montó sobre una estrategia para bloquear financieramente las operaciones y transacciones realizadas por la República para evitar que cumpliera con los proveedores de bienes, materias primas e insumos esenciales para abastecer de medicamentos, alimentos y de servicios a la nación, así como la cancelación de la deuda.
A todas esas maniobras se sumó los bajos precios del petróleo en los mercados internacionales por lo cual el país sufrió una fuerte disminución en la entrada de divisas que solo llegaron a un poco más de 5 000 millones de dólares mientras que el año anterior habían alcanzado 13 000 millones de dólares.
Pese a las adversas circunstancias, la inversión social aumentó en 2016 dos puntos respecto al 2015; 9 de cada 10 venezolanos de la tercera edad tienen una pensión equivalente al salario mínimo base, unos 40 000 bolívares mensuales, y actualmente son casi 3 500 000 los que la reciben.
El beneficio en alimentación creció en 70 % con incidencia en todas las escalas salariales y fundamentalmente hizo crecer el salario mínimo de 63 700 a 108 000 bolívares. En términos integrales y debido a todos los beneficios que recibe el pueblo, ese salario se ubica en 148 638 bolívares.
Venezuela continuó con el incremento de los programas sociales que son parte inalienables de los derechos humanos lo que significa una verdadera amenaza para los sistemas neoliberales en el continente americano.
Entre los logros más destacados desde 1999 cuando el líder histórico de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez llegó al poder, se destacan que la inversión del Estado pasó de 38 % en la Cuarta República al 71,4 % en 2016.
Del 19,6 % de la población pensionada pasó al 90 %; el porcentaje de hogares en pobreza extrema se redujo de 10,8 % en 1998 a 4,4 % en 2016; en programas de salud, más de 1 400 000 vidas se han salvado por la misión Barrio Adentro; la Gran Misión Vivienda Venezuela ha entregado 1 500 000 casas que resulta el 50 % del total fijado hasta el 2019.
La agenda Bolivariana para enfrentar las dificultades tiene varios objetivos fundamentales entre estos: fortalecer la producción nacional, luchar contra la especulación y lograr el acceso de la población a los alimentos y servicios públicos a precios justos.
Con la visión de contrarrestar los programas de desabastecimiento impulsados por la derecha, y continuando la vía iniciada por Chávez que con gran lucidez mezclaba las tareas apremiantes en beneficio del pueblo con soluciones para estructurar una economía de emergencia, surgieron el pasado año los denominados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Esta nueva iniciativa ha permitido que 6 000 000 de venezolanos reciban productos fundamentales de la canasta básica a precios justos sin la especulación que estaba ahogando a la mayoría de la población.
La medida ha sido una forma acertada de escape a la tensión social provocada por los acaparamientos y especulaciones de productos, impulsadas por las fuerzas de la derecha para dar al traste con el gobierno.
Los CLAP desde su nacimiento se fueron extendiendo por los barrios y ciudades y actualmente abarcan a más del 50 % de los habitantes del país.
Todo hace indicar que los CLAP, aun con algunos defectos y dificultades, continuarán proliferando y se convertirán, al igual que las numerosas misiones sociales en una efectiva herramienta para la alimentación de la población, sin especulación.
Hace pocos días se aprobó también la creación de los CLAP Textiles, que atenderán las necesidades de millones de educandos. Además, se agrega a esa canasta los productos de higiene que habían desaparecido de los mercados por las mismas acciones desestabilizadoras.
Una verdad es irrefutable: el Gobierno Bolivariano ha logrado campear los temporales a pesar de la furia de las clases adineradas y los regímenes neoliberales para tratar de derrocarlo. Por eso el Gobierno comprende que el apoyo del pueblo es determinante para mantener los programas sociales, la soberanía y la independencia.
*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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