Por Mariano Beldyk - Perfil - 02/05/2021
Con el envío de dos millones de Sinopharm la última semana, la nación asiática cumplió su acuerdo con la Argentina. La respuesta a EE.UU. por criticar la cooperación sanitaria y un repaso por las potencialidades y dudas sobre la alianza bilateral.
Las formas y los gestos son muy importantes en la relación a una cultura como la china. Y la memoria que China posee de los gobiernos kirchneristas hace que tenga una percepción política muy positiva en relación a nuestra administración”, sostiene el actual embajador argentino en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, en una extensa conversación con PERFIL. Y resalta: “Ese entendimiento y buena voluntad entre los gobiernos es lo que permitió un diálogo fluido y una cooperación sin precedentes en los momentos precisos.”
El último jueves, el Presidente Alberto Fernández asistió, en persona, al arribo del último cargamento de vacunas provenientes de aquella nación que clausuró la llamada Operación Beijing. En cuatro viajes repartidos desde el domingo pasado –tres de Aerolíneas Argentinas y uno de Lufthansa–, China completó el envío de los 2 millones de dosis de Sinopharm que restaban, con la particularidad de que el último avión le permitió a la Argentina cruzar la simbólica frontera de las 10 millones de dosis en un mundo donde los inmunizantes solo abundan para las potencias centrales.
A lo largo de un extenso ida y vuelta, Vaca Narvaja describe las relaciones de cooperación con el gigante asiático como una estrategia de relacionamiento externo crucial para la Argentina, en el marco de su enfoque multipolar. Destaca las potencialidades, más allá la exportación primaria. Y responde a las críticas de Estados Unidos respecto al "mercantilismo" sanitario chino y ruso en el marco de la pandemia.
— Mucho se dijo respecto a la seguridad y efectividad de las vacunas de origen chino, ¿hay información clara respecto a estas variables de inmunizantes a disposición de la Argentina?
—Hubo información errónea circulando por lo que quiero aclarar que la vacuna adquirida por nuestro país (Sinopharm) es la que produce el Beijing Institute of Biological Products y tiene alrededor de un 80% de eficacia. Ha sido aprobada para su uso de emergencia en 36 países y regiones y se han aplicado más de 300 millones de dosis dentro y fuera de China. Sus indicadores de seguridad y eficacia superan los estándares de autorización de la OMS y los ensayos clínicos, en Argentina, fueron realizados en la Fundación Huésped, por lo que el infectólogo Pedro Cahn ha explicado con claridad su fortaleza y seguridad.
—¿Por qué no se pudieron adquirir aún más dosis desde China?
—Hoy China tiene, exponencialmente, la mayor capacidad de producción de vacunas y, al igual que lo sucedido con los insumos médicos, es probable que se convierta en uno de los proveedores más importantes del mundo. No obstante, en los últimos meses, se ha enfocado en un fuerte plan de vacunación interna, lo cual generó cierto cuello de botella en las provisiones ya pautadas. En Argentina se agilizó por la gestión realizada entre los Ejecutivos de ambos países. Para principios de junio se prevé que la producción de vacunas de las principales farmacéuticas chinas pase a otro nivel, con lo cual se regularizaría la provisión a otros países. Y esto se potencia con la estrategia que lleva adelante nuestro gobierno para que Sinopharm pueda producir con empresas locales la vacuna, al igual que se avanzó con la Federación Rusa. La solidaridad china fue clave para mantener la robustez de nuestro sistema sanitario al inicio del brote. Y sigue siéndolo ahora que necesitamos las vacunas para poder superar la crisis sanitaria.
–En su reciente viaje por Buenos Aires, los enviados del presidente estadounidense Joseph Biden plantearon que el accionar de China y Rusia con las vacunas es "mercantilismo" y no una respuesta global humanitaria...
—Plantear que el accionar de China es “mercantilismo” cuando el control de las vacunas quedó casi por completo en manos de las principales economías del Norte global (de donde provienen la mayoría de los grupos Big Pharma) es, al menos, un argumento sin sustento. Estamos en el pico mundial de la demanda de vacunas tal como sucedió en un primer momento con los insumos esenciales como barbijos y respiradores. Esto hace muy difícil garantizar mayor provisión de vacunas. Nuestro gobierno ha sido muy pragmático y ha conseguido vacunas de calidad con quienes pudieron proveerlas en función de nuestras normas internas tanto sanitarias como de marcos legales. Por eso creo que las declaraciones del funcionario son inoportunas, decir que los países con los que más cooperamos en todas las fases de la pandemia hacen mercantilismo es subestimar nuestra política exterior y no comprender la intensidad y profundidad de la cooperación que desarrolla nuestro país.
—Del lado chino, al igual que ocurre con Rusia y pretende hacer Estados Unidos, ¿se puede pensar la estrategia de ayuda como una de soft power, en clave de proyección internacional de influencias?
—China resolvió asumir el rol de jugador responsable en la arena internacional y, como consecuencia de ello, ha decidido estar presente en las soluciones a los principales problemas globales, como la actual pandemia. Lo vimos anteriormente cuando el gobierno chino anunció que daría ayuda humanitaria a más de 80 países, y lo vemos ahora nuevamente con el apoyo otorgado a COVAX, la iniciativa global para que todos los países puedan acceder a una vacuna contra el coronavirus. Argentina cree en un mundo más equilibrado y por eso apuesta a un mundo multipolar. Nuestra cooperación fue una cooperación sin precedentes, y esa coordinación fue clave para mantener la robustez de nuestro sistema sanitario. Si sumamos los 42 vuelos y los cinco barcos que se llevaron a cabo en 2020 (35 vuelos vía Shanghái y siete vía Guangzhou) estamos cerca de las 1500 toneladas de insumos médicos (Respiradores, Barbijos, Trajes de protección, Antiparras, Guantes, etc.). Esta coordinación aún continúa y este año el gobierno chino ya donó 25 respiradores y un Hospital Móvil.
—¿Qué representa hoy China para la Argentina, como potencia media, en un contexto de rediseño del sistema internacional con EE.UU. recuperando protagonismo y profundizando la competencia con Beijing: es un riesgo, una oportunidad...?
—Necesitamos sostener una mirada autónoma y tomar cierta distancia del conflicto entre estos dos países. Tanto uno como otro son socios relevantes para la Argentina. Dicho esto, la relación con Beijing representa claramente una oportunidad para Argentina. El vínculo entre ambos países está en un gran momento, sustentado en un marco de buen entendimiento y confianza recíproca, y la búsqueda del beneficio mutuo entre las partes. Nuestro gobierno tiene una visión compartida con China en relación a un orden político y económico internacional más justo y legítimo. Esto nos lleva a favorecer distintas acciones y estrategias comunes en los diversos espacios multilaterales en los que tenemos oportunidad de coincidir y, asimismo, este entendimiento se ha visto reflejado en el respaldo que ambos países se han prodigado en relación a sus reclamos soberanos.
—¿Se puede traducir este momento de sintonía con mejores oportunidades comerciales?
— La relación con China, como con cualquier otro socio comercial, no debe basarse solo en la extracción y aprovechamiento de los recursos naturales que posee nuestro país: necesitamos diversificar los productos con valor agregado e intensidad tecnológica que exportamos a China y para ello es vital lograr el acoplamiento entre ambas economías, aprovechando fundamentalmente la gran capacidad financiera y tecnológica del socio oriental. Es indispensable atraer inversiones de los principales empresarios chinos, pero haciendo que esa inversión no se oriente solo a la explotación primaria. Se está trabajando para enfocar más inversiones hacia la infraestructura y garantizar la producción de bienes manufacturados.
—Uno de los planes que usted comentó en otras entrevistas es abrir un consulado en el centro de China. ¿La idea es habilitar un canal directo para las empresas dentro de las cadenas de valor que China piensa en su desarrollo hacia el Oeste y su proyección a través de la iniciativa global La Franja y La Ruta?
—La provincia de Sichuan posee una ubicación estratégica ya que se encuentra sobre el trazado de la Ruta de la Seda, lo cual la hace receptora de importantes proyectos de inversión. Sichuan y principalmente su capital, Chengdu, se han convertido en un centro comercial, tecnológico y cultural. Por su ubicación neurálgica, enlaza con las zonas remotas de China que, dada las dimensiones continentales de este país, de otro modo se tornaría harto dificultoso. Está, a la vez, menos desarrollada y, por lo tanto, cuenta con altas potencialidades de crecimiento. Para dimensionar la importancia de Chengdu como hub logístico en materia comercial hacia el interior de China, tengamos en cuenta que la primer sede consular extranjera abierta en esa ciudad fue la de Estados Unidos, en 1985, y, en la actualidad, 13 países poseen oficinas consulares en esta ciudad: seis corresponden a la región de Asia-Pacífico (Australia, Corea del Sur, Nueva Zelandia, Pakistán, Singapur y Tailandia), seis a Europa (Alemania, Austria, Francia, Polonia, República Checa y Suiza), y una a Medio Oriente (Israel). Recientemente se anunció la apertura del Consulado chileno, y se firmaron convenios para abrir otros cinco más (India, Filipinas, Nepal, Grecia, España).
—¿Permitiría descentralizar el vínculo comercial desde el Este, con Shangái, y generar otras oportunidades acorde a las necesidades de la región?
—La apertura de un nuevo consulado en el corazón de China permitirá estimular también la cooperación y el diálogo entre entidades subnacionales de los dos países de una manera ordenada y eficiente. Necesitamos poner en marcha un plan de coordinación e intercambio con énfasis en el estímulo de la relación de nuestras provincias con sus pares de aquel país para hallar opciones de cooperación descentralizada que “descompriman” la agenda de intereses nacionales en el diálogo bilateral y logren, a la vez, un impacto directo en la comunidad local. La elección del centro geográfico de China no es casual en virtud de la importancia que le asigna Beijing al desarrollo de esta zona geográfica en el marco de la política de “Go West”.
— Referido al relacionamiento a nivel de provincias, hay un caso, el de Chaco, en el que ellos avanzaron por su cuenta en desarrollos conjuntos con China en el campo porcino mientras que el memorándum bilateral en este tema permanece demorado, ¿hay posibilidades de que ese acuerdo se termine materializando por la vía federal ?
—Algunas provincias ya contaban con proyectos productivos vinculados al desarrollo porcino bastante avanzados, como en el caso del Chaco, pero también hay importantes avances en La Rioja, Córdoba, Catamarca, San Luis, Santa Fe, Entre Ríos y provincia de Buenos Aires, entre otras. Lo interesante de esta inversión es, precisamente, la perspectiva federal. No solo para el caso de la exportación de carne porcina. Se está elaborando un banco de proyectos por provincias que contempla la oferta exportable de cada una de éstas, para seguir ampliando mercados y potenciar los existentes. Tengamos en cuenta la escala de las provincias chinas, que poseen el tamaño de uno o dos países de nuestra región, con sistemas financieros propios y empresas muy poderosas. Por ejemplo, una provincia como Henan (que tiene un claro perfil agropecuario) cuenta con una población de 120 millones de habitantes, posee el mismo PBI que todo nuestro país; Shandong (de perfil minero) tiene 100 millones de habitantes y un PBI igual al de Argentina y Jiangzu (de perfil tecnológico) tiene una población cercana a los 80 millones y cuenta con tres PBI como el nuestro. Y así podríamos seguir.
—Lo último que se informó respecto al Memorándum porcino era que había retornado a Beijing tras la inclusión de una cláusula ambiental por presiones de las ONGs en Argentina, ¿en qué estado se encuentra?
—Hemos avanzado en el armado de una mesa de trabajo interministerial con los ministerios de Agricultura, Producción y Medio Ambiente y Cancillería para la implementación de un plan integral de promoción del sector. Se está estudiando la localización con criterio federal de nuevas plantas y la ampliación de granjas existentes con una perspectiva que incluya a los pequeños productores y que contribuya a las economías regionales. Aumentar nuestra producción porcina tiene un doble impacto, ya que mejora nuestra matriz exportadora al ganar mayor valor agregado (pensemos que hoy vendemos maíz a Alemania y a Chile que luego exportan cerdos hacia China) y además podríamos reducir nuestro déficit comercial, no sólo por el crecimiento en el valor de la exportación sino porque desarrollar este sector no nos requiere importaciones ya que los insumos necesarios se encuentran es nuestro suelo. Además presenta un ciclo reproductivo más corto y no se puede estoquear mucho tiempo una vez faenado, lo cual acortaría los plazos para ingreso de divisas. Estas granjas presentan alto nivel tecnológico, podrían generar energía con los desechos y abastecer a diferentes núcleos urbanos.
—Las organizaciones ambientalistas insisten en los riesgos sanitarios que acarrea...
—Nuestra región es libre de peste porcina africana (PPC) y del síndrome respiratorio reproductivo porcino (PRRS) y cuenta con estándares sanitarios de primer nivel. Por lo tanto, tenemos mucho potencial para desarrollar el sector de manera segura y sustentable. Alemania (con el tamaño de la provincia de Buenos Aires)produce 15 veces más cerdo que toda la Argentina. Hay un déficit por cubrir de 8 a 12 millones de toneladas de cerdo, y los dos principales proveedores, España y Alemania, se encuentran afectados por la enfermedad de la peste porcina africana que redujo en un 40% la producción china.
—China, como toda potencia global, tiene múltiples intereses paralelos en juego cuando se relaciona con un país. Algunos de ellos, como el caso del 5G, con Huawei, parecieran ser, potencialmente, más conflictivos por las presiones de rivales como Estados Unidos...
—El avance de China se da no solo en nuestra región, es un fenómeno global vinculado a su capacidad productiva instalada y a su etapa particular de desarrollo. China está en una etapa expansiva de su economía. Su presencia y participación se consolidó en la mayoría de los ámbitos multilaterales tradicionales como Naciones Unidas, la OMC, la OMS, etc. Por otra parte, China es nuestro principal financista con presencia activa de bancos como el ICBC, CDB, EximBank, Bank of China, sin mencionar que recientemente nuestro país ingresó al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Además es nuestro principal inversor en obras ferroviarias como el Belgrano Cargas y el ferrocarril Roca. También ha invertido en el campo de la energía hidroeléctrica en la región sur del país, y en los parques fotovoltáicos y eólicos, por citar algunos ejemplos de inversión.
Decir que los países con los que más cooperamos en todas las fases de la pandemia hacen mercantilismo es subestimar nuestra política exterior
— ¿Pero hay margen para "elegir" qué áreas explorar con China o el acercamiento implica ceder también en otros campos más sensibles?
—Existe, por nuestra parte, una evaluación en relación a que áreas se quieren explorar y cuáles no. A partir del desarrollo alcanzado por el sector científico y tecnológico argentino en áreas como biotecnología, nanotecnología, servicios informáticos digitales, software y otras ramas ligadas a las economías del conocimiento, debemos reforzar los vínculos que estos organismos mantienen con sus contrapartes chinas y profundizarlos, lo que implica a la vez mayor cooperación, transferencia de conocimiento, inversiones y crecimiento para nuestro país. Tenemos también mucho potencial en todo el campo de comercio electrónico, que es muy fuerte en China. Existen actualmente 900 millones de celulares activos en aquel país y las aplicaciones de comercio electrónico son muy populares y solo en 2020 este sector representó ingresos por un total de USD 42 mil millones, el 10% del PBI de Argentina. Los sectores medios en China representa alrededor de 500 millones de personas que están incrementado sus niveles de consumo e incorporando nuevos productos. Por ese motivo estamos trabajando activamente para desarrollar un “Pabellón Nacional Argentino” que concentre un catálogo de productos de nuestro país con presencia activa en estas plataformas de comercio, para potenciar nuestras ventas y ampliar nuevos mercados.
—China ha mostrado interés a nivel geopolítico en proyectar su influencia hacia la Antártida, ¿hay proyectos concretos con la Argentina como puerta por su ubicación estratégica?
—Hay una importante cooperación entre nuestros ministerios de Defensa, por cierto. Cuando se firmó la Relación Estratégica Integral con China en el 2014, el ministro de Defensa era Agustín Rossi y venía desarrollando una fuerte cooperación que hoy se está retomando y resignificando en función de las nuevas necesidades de nuestras Fuerzas Armadas. Dentro de ese marco cooperativo, recientemente se presentó el “Programa Estratégico Sino-Argentino” para crear la primera Licenciatura de Latinoamérica especializada en estudios estratégicos de China. También se está avanzando en proyectos concretos con Fabricaciones Militares y Tandanor. Ni bien asumió, el ministro Rossi renovó el acuerdo con la Administración Estatal de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional de China (SASTIND), cuyo objetivo es identificar áreas posibles de cooperación en la producción para la defensa. Nuestro ministerio de Defensa, además, está avanzando en el desarrollo Polo Logístico Antártico en la zona de la península de Ushuaia en coordinación con el ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación y Cancillería Argentina para desarrollar un Centro Científico Interinstitucional.
—En este campo, China explora las rutas árticas como alternativas comerciales, ¿qué potencial tiene la Argentina como escala en un eventual paso austral semejante?
—La apertura de nuevas vías polares en lo que ha dado en llamar la “Ruta de la Seda Polar” (iniciativa que viene explorando junto a Rusia) es un hecho. A partir de este proyecto, Rusia empezó a suministrar gas natural licuado a China desde la península de Yamal. Los buques gaseros que normalmente hubiesen tardado 35 días en llegar desde Rusia a China por el canal de Suez (y ya vimos lo que pasó recientemente), demoran la mitad de ese tiempo. Del mismo modo, China trabaja en la Ruta del Pacífico Sur, en lo que puede convertirse en una alternativa al canal de Panamá. El embajador chino Zou Xiaoli viajó recientemente a Ushuaia. Pero el mayor interés estuvo concentrado en el desarrollo portuario que impulsa la provincia, vinculado al potencial turístico de la Antártida. Sobre todo pensando en el escenario post-pandemia dado que el sector turismo de China creció enormemente, está catalogado como el turista que más gasta promedio por día en el mundo y suele elegir destinos de "naturaleza". Cancillería está trabajando con Migraciones para agilizar las visas de turismo y la promoción en redes sociales chinas y nuestro Ministerio de Turismo y Deportes firmó recientemente un convenio con CTrip, una de las plataformas de turismo de las más grandes del mundo que cuenta con 400 millones de usuarios.
—El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el Almirante Craig Faller, pasó por Tierra del Fuego y hubo una lectura en los medios, no confirmada por la embajada ni el Pentágono, respecto a ciertos resquemores por la versión de una hipotética base militar. ¿Hay interés militar de China en esa región?
—No existe nada tal como un proyecto chino de construir una base militar en Tierra del Fuego. Sí hay una "preocupación" recurrente por parte de Washington acerca de un supuesto avance militar chino en la región. No casualmente son los mismos actores, me refiero al Comando Sur, quienes en su momento enarbolaron argumentos similares para oponerse a la construcción de la Estación CLTC-CONAE-NEUQUÉN, una base de observación del espacio exterior con fines pacíficos que hoy se utiliza para la comunicación con las misiones espaciales chinas, como la de exploración lunar, la de Marte y la Vía Láctea. Quedó claro que las críticas realizadas respecto a la base espacial del espacio profundo eran infundadas y hoy se ha constituido en un verdadero modelo de cooperación. La base científica de Neuquén sirvió de apoyo para la misión china que concluyó con el primer alunizaje en la cara oculta de la luna en enero de 2019. Un año después, en mayo del año pasado, el Lanzador Larga Marcha envió al espacio en una cápsula la bandera Argentina como gesto político de reconocimiento. La zonda Tianwen-1 lanzada al planeta Marte en julio, llevaba el logo de la CONAE, sellando la presencia argentina en el espacio exterior. Y a eso se suma el regreso de exitoso con muestras lunares que van a ser compartidas con los científicos argentinos. Otro ejemplo de cooperación conjunta es el Radio Telescopio Chino-Argentino (CART) en el Complejo Astronómico El Leoncito. Actualmente es una de las iniciativas más importantes que ambos países desarrollan en el campo científico-tecnológico. El radiotelescopio va a servir para realizar radioastronomía en el campo científico, el gerenciamiento y las operaciones del CART serán realizadas de manera conjunta por China y la Argentina.
—Hace algunas semanas hubo reuniones con el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, y directivos de la Agencia Nacional de Energía de China (NEA) y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) por la construcción de la cuarta central nuclear de Argentina, Atucha III ¿qué tan desarrollado se encuentra ese proyecto?
—Efectivamente se está avanzando en el proyecto de la IV Central Nuclear con tecnología Hualong, una de las más avanzadas del mundo. Esta obra nos permite continuar diversificando la matriz de generación de energía y generaría alrededor 7 mil puestos de trabajos en forma directa. También nos consolida como un actor de referencia en la región en materia nuclear y nos abre la puerta a explorar proyectos conjuntos con China incluyendo la exportación de bienes y servicios nucleares. Argentina cuenta con un entramado de organismos y empresas como NASA, CNEA, CONUAR, IMPSA, INVAP, NUCLEARIS que tienen experiencia en el mercado internacional y están suficientemente maduras para competir en mercados como el chino. Y lograr nuestra cuarta central nuclear, además de ampliar nuestra soberanía energética, nos va colocar en la vanguardia de un sector con desarrollo histórico en nuestro país.
—¿Puede la Argentina asociarse a China en otros campos de la energía nuclear y la ciencia, los recursos renovables, etc., donde se conciba algún tipo de relación más simétrica que la que se suele dar a nivel comercial por las diferencias en el desarrollo productivo?
—Sí, por supuesto. Existen oportunidades para potenciar un vínculo bilateral que contemple otras áreas de cooperación en las esferas mencionadas, entre las que destacan las posibilidades para que Argentina provea servicios y componentes a proyectos nucleares chinos. Por ejemplo, en materia de reacondicionamiento de centrales nucleares para extender su vida útil en las que nuestro país cuenta con sobradas capacidades. También hay otras áreas de interés mutuo en el campo de las aplicaciones de la energía nuclear que deben ser exploradas, tanto en el ámbito de la salud y la medicina nuclear como en la industria, donde nuestro país tiene amplia experiencia. En paralelo, Argentina tiene mucho potencial en minería. Si uno analiza países como Perú, Brasil y Chile puede ver que tienen un saldo comercial positivo con China y esto se explica básicamente por la exportación de minerales. Si Argentina, además de exportar minerales, le suma valor agregado, por ejemplo con el litio, al instalar fábricas de baterías de litio o de vehículos eléctricos, estaríamos industrializando nuestros minerales y avanzando en un desarrollo estratégico ya que contamos con unas de las mejores reservas de ese mineral y con una capacidad instalada de nuestra industria automotriz que rápidamente podría reconvertirse. En ese sentido el Gobiero está desarrollando una iniciativa de “electromovilidad” para generar incentivos en el sector.
—Hay un campo, en el que China está apostando fuerte también, que es la cultura, aunque mantiene históricas dificultades para desembarcar en la región, no solo en la Argentina...
—Es un tema central a profundizar por su potencial. China hoy ocupa el primer lugar del mundo en producción de series de televisión y está avanzando con mucha velocidad en la producción de películas con un promedio que supera las mil por año. Pasó a ser el segundo mercado cinematográfico del mundo y el primero en número de pantallas de cine. Lo mismo sucede con la producción de libros. Cualquier estrategia de inserción en China no puede dejar de lado las plataformas digitales de los 900 millones de internautas ya que el 60% se encuentra en la franja de los 20 a 49 años y pasan un promedio de 6 horas diarias online. Y aquí existe un creciente consumo de productos culturales extranjeros, con un público que tiene un poder adquisitivo elevado, lo que hace factible la exportación de bienes culturales. En este sentido el ministerio de Cultura de Nación está articulando estrategias para trabajar sobre una identidad regional latinoamericana para el mercado chino y el año pasado nuestro Legislativo votó por unanimidad la Creación de la Casa del Cultura China que va a ser central para profundizar los lazos culturales
—Hay un discurso en los medios y en la política que, a menudo, cae en la estigmatización cuando se habla de China. ¿A qué lo atribuye?
—Hace poco escribí que, pese al esfuerzo consumado por China y los logros alcanzados en la lucha contra la Covid-19, sorprenden algunas expresiones cargadas de estigmatización y prejuicio hacia aquella. Si bien ya existía una tendencia en ese sentido, pareciera haberse reforzado con la pandemia. Esto me retrotrae a un texto escrito por Susan Sontag hace tiempo donde decía algo así como que las enfermedades se han convertido en potentes metáforas desde las que se juzga o valora a las personas o grupos de personas que las padecen. Recuerdo que, al inicio de la actual pandemia, un diario australiano publicó en su portada una máscara roja estampada con la frase "Chinese Virus Pandamonium", haciendo énfasis en la palabra "panda" cuando sabemos que el panda es símbolo de la tradición y cultura china. Personajes públicos como el ex presidente estadounidense fueron menos sutiles: Trump habló directamente de "virus chino" y trató de instalar la idea de que el virus había sido creado en un laboratorio de aquel país. Mientras esto sucedía, la OMS desaconsejaba nombrar a las enfermedades con el nombre de lugares y grupos humanos, entre otras cosas, para evitar un efecto negativo sobre ciertas comunidades.
—¿Cuánto hay de ignorancia en esto y cuánto es una demonización político-cultural formulada adrede?
—Creo que, tras esas expresiones, hay ciertos rastros de xenofobia y discriminación. Pero también cierto prejuicio ideológico y hasta un calculado interés político: por ejemplo, cuando para señalar una gestión desacertada o exitosa de la crisis sanitaria por parte del gobierno chino, algunos hacen referencia a su sistema político. The Atlantic decía que si la respuesta a la crisis sanitaria había sido poco ágil y efectiva, era por las debilidades de los "regímenes autoritarios". Al contrario, el ex primer ministro australiano Kevin Rudd remarcaba en Project Syndicate que una respuesta como la que China estaba dando solo era posible en un régimen en el que el líder "ejerce un poder político casi absoluto sobre el Estado". Éxito o fracaso, sería a causa del "autoritarismo" chino. Ahora, si hacemos referencia a nuestro país específicamente, creo que persiste aún cierto desconocimiento sobre China, en gran parte debido a que muchas de las noticias que consumimos y reproducimos provienen del norte global. Hay un trabajo importante para hacer en ese sentido. También en el plano educativo: en ese sentido los Institutos Confucio tienen mucho para decir al respeto así como los posgrados que se están abriendo en diversas universidades de la Argentina.
—Se hablaba de una fecha tentativa, en mayo, para una visita del Presidente Alberto Fernández a China. ¿Sigue en pie ese estimativo, hay alguna confirmación?
—Luego de la última conversación telefónica entre ambos mandatarios, el presidente Xi invitó al Presidente argentino a realizar una visita de Estado. Esta visita se está coordinando para cuando la actual pandemia lo permita. Este año se desarrollará el Tercer Foro de OBOR (La Franja y La Ruta), pero la pandemia modificó tanto el formato como el calendario de la mayoría de los encuentros programados. Ni bien se definan protocolos adecuados, se avanzará sobre una fecha para la visita que va a ser fundamental para concretar varios de los proyectos en los que están trabajando los distintos ministerios de nuestro país y reactivar algunos mecanismos de coordinación bilateral, como el Dialogo Estratégico para la Coordinación y Cooperación Económica (DECCE), que es donde se propone el Plan Quinquenal Integrado que vence este año. Asimismo, el gobierno argentino estudia la incorporación a la Iniciativa de la Franja y la Ruta que es una instancia multilateral a la cual se ingresa de modo bilateral. La incorporación a la iniciativa puede abrir para nuestro país nuevas fuentes de financiamiento tanto de bancos como de fondos específicos como el Silk Road Found, Silk Road Center que cuentan con líneas de crédito enfocadas específicas en ese plan.
—En una entrevista con Télam, a poco de arribar a Beijing, ponderaba "la presencia en China de un Estado que ejecuta políticas activas y directas pensando en el bienestar del conjunto de la población" y "una sociedad ordenada que pone al proyecto de Nación por encima de otros intereses" como parte del potencial de esa nación. Más allá de que las comparaciones nunca son justas, en Argentina no pareciera existir este nivel de consenso a nivel social...
—Lo explico desde el plano chino. En China existen rastros de una matriz milenaria que se mantienen vigentes en ciertos principios culturales y de organización social. Pese al contacto con las ideas de la modernidad occidental, esa matriz no se debilitó sino todo lo contrario. Hay elementos del confucionismo, como armonía, disciplina, orden social y autoridad moral que hoy son promovidos por el Estado-Partido y adquirieron el carácter de ideal moral. Creo que es en esa clave que podemos empezar a pensar las diferencias entre una nación y otra. No obstante si algún paralelismo podemos encontrar entre ambos gobiernos es en la existencia de un estado presente con un papel más activo y federal desde que asumimos nuevamente el gobierno en 2019. Tomemos como ejemplo la Ley de Economía del Conocimiento, o la reciente ley que declara de “Interés Nacional el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación” y que incrementa al presupuesto vigente para dichos programas hasta llegar al 1% del PBI. Este es un camino que claramente debemos profundizar siguiendo las enseñanzas del modelo chino que desplegó un plan de gobierno con centro en el desarrollo Científico y Tecnológico y el "Hecho en China 2025". Este plan fue clave para que en 2019, y por primera vez en su historia, China desplazara a los Estados Unidos como el país que más patentes tecnológicas presenta anualmente, después de 40 años. Pero quiero apuntar otro dato: en los últimos 70 años China ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza. Y solo durante el gobierno de Xi Jinping, se pudo sacar de la pobreza extrema a más de 100 millones de personas. Lo que se dice, un proceso de prosperidad a nivel mundial a todas luces sin precedentes. Hacia ahí debe apuntar nuestro país.
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