18 de febrero 2019.
Por Clodovaldo Hernández / Supuesto Negado
“Con una intervención armada en Venezuela se pretende patear, una vez más a las instituciones que rigen a la comunidad internacional”, advierte el embajador de Venezuela en Italia, Isaías Rodríguez, en entrevista exclusiva para Supuesto Negado.
El diplomático, exvicepresidente ejecutivo de la república, exvicepresidente de las dos asambleas constituyentes (la de 1999 y la actual) y exfiscal general de la república, afirma que el pueblo venezolano está determinado a defender su soberanía, pero corresponde a ciertos sujetos geopolíticos no dejar sola a la colectividad nacional en ese esfuerzo que podría, como lo pronosticó el Che Guevara, desatar varios Vietnam en América Latina.
Italia ha marcado distancia de las posturas extremas de la Unión Europea sobre el giro que ha dado el conflicto político venezolano. ¿Qué importancia tiene esta divergencia en el contexto actual?
-Mucha, muchísima: evitó la unanimidad en la Unión Europa para tomar decisiones contra la República Bolivariana de Venezuela; ha hecho que 19 países de los 28 de la UE se expresen de manera unilateral (no en bloque) contra el Gobierno venezolano. Ha producido, en consecuencia, manifestaciones aisladas de las más diversas especies; desde las más radicales como la de España y Francia, hasta las más benignas como la de Noruega; ha dado origen a un debate necesario, que ha conducido a la Cámara baja de Alemania (Bundestag) a producir un dictamen jurídico donde califica el desconocimiento del Gobierno de Nicolás Maduro como una violación al derecho internacional e, igualmente, el reconocimiento al diputado Guaidó como injerencia en los asuntos internos de otro Estado.
El papa Francisco ha demostrado disposición a ayudar en el proceso de búsqueda de un diálogo nacional, pero enfrenta posiciones muy radicalizadas de la Conferencia Episcopal Venezolana. ¿Cree que se impondrá la cordura pontificia o la furibunda militancia antichavista de los obispos?
-En el Vaticano, como Estado, no ha habido aún toda la coherencia necesaria para condenar a los sacerdotes y obispos pedófilos. Cierto, que se han tomado medidas contra altos jerarcas del Vaticano; y el papa Francisco, con una paciencia bíblica, ha mantenido el discurso de limpiar su Iglesia de vicios consentidos desde hace mucho tiempo. A pesar de su indudable autoridad personal e institucional, han habido (y aún los hay) obispos y cardenales que amenazan con un golpe de Estado al representante de Dios en la tierra. El papa tiene la Curia en contra (parlamento vaticano) y dificultades inmensas para dirigir un Estado fundamental para el equilibrio espiritual, diplomático y político del mundo. La cordura pontificia no solo adolece de estas desviaciones comentadas; hay otras, que tienen relación directa con intereses poco religiosos y poco espirituales: intereses económicos y materiales. La Iglesia es, por lo demás, un poder importante, como el militar o el de los empresarios. Contrariamente a lo que dicen Cristo y el papa, frecuentemente algunas conferencias episcopales se alinean con grupos poderosos, y se convierten en empresas transnacionales. Esperamos que no terminen en multinacionales del cristianismo.
El caso de Venezuela parece indicar que EE.UU. sigue empeñado en “mandonear” a Europa. ¿A su juicio, lo está logrando?
-En el mundo actual se está viviendo una transición histórica, muy similar a la que biológicamente se produjo de los simios al homo sapiens. Esa transición es de la unipolaridad a la pluripluralidad o multipolaridad. América Latina (no Europa ni Eurasia) es el centro neurálgico de este cambio. Desde las guerras de independencia comenzó esta lucha y hoy el neoliberalismo la ha profundizado. La República Bolivariana de Venezuela es hoy la línea que divide los dos lados de esa transición. La unipolaridad no termina de irse y la multipolaridad no acaba de llegar. Para bien o para mal la hora y el día de esa transición la marcan el tiempo y los hechos que actualmente se viven en el país. Como dijo Zaraza en la batalla de Urica “O se rompe la zaraza o se acaba la ‘bovera’”. Soy optimista no creo que nada se rompa ni nada se acabe. Todos los imperios han muerto de viejos.
Esta nueva jugada ha puesto al desnudo a una oposición que clama abiertamente por una intervención extranjera. Como estudioso de la historia, ¿afirmaría que esta es la actitud más entreguista que haya mostrado un sector político desde que somos República?
-Siempre ha habido entreguistas en nuestra historia. 1811 fue un parto contra los entreguistas. Bolívar y Miranda jugaron un papel determinante en aquel instante. Páez y Santander fueron entreguistas al dividir la Gran Colombia. Fermín Toro, Juan Crisóstomo Falcón y Juan Vicente Gómez también fueron entreguistas. Algunos presidentes venezolanos del 59 a esta fecha han sido más entreguistas que Pérez Jiménez. No creo que toda la oposición sea entreguista, pero hay personalismos que le han hecho mucho daño y algún sector de ella en este momento juega un mal ajedrez político. En la historia, como ocurrió a Napoleón y a Adolfo Hitler, el juego no se termina con un jaque mate al rey. Por el contrario es después de ese jaque cuando el juego comienza.
Si llegara a concretarse este derrocamiento por decisión de la “comunidad internacional”, ¿qué podría pasar en otros países? ¿Será requisito de ahora en adelante que los gobernantes electos por sus pueblos tengan la aprobación expresa de los Gobiernos de otros países?
-La comunidad internacional está en la obligación de detener esta paranoia. Esto acaba con las pocas reglas internacionales que existen para evitar una guerra nuclear. El derecho internacional y las instituciones que lo rigen han sido “pateadas” con los conflictos de Irak, Libia, Palestina, Afganistán, Siria y el que hoy amenaza a la República Bolivariana de Venezuela. No solo habrá un efecto dominó en América Latina, sino que se sentará un precedente que detendrá la evolución del mundo hacia un equilibrio que le permita no esperar una glaciación para desaparecer. Nuestro país pudiera llegar a ser, como la novela de García Márquez, “crónica de muerte anunciada” y alguien debe detener esa locura. El pueblo venezolano hará su parte y posiblemente repetirá la consigna del 12 de febrero de 1814, “debemos optar entre vencer o morir”, pero a los imperios los detiene la historia y no las víctimas. Hay sujetos históricos de la geopolítica que no deben, en este momento, dejar solo a los venezolanos la honrosa tarea de construir “un, dos, tres Vietnam en Latinoamérica”, la frase es del Che, quien murió siendo absolutamente coherente.
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