“Maduro es un dictador que busca perpetuarse en el poder con elecciones ficticias, encarcelando opositores y llevando a los venezolanos a una situación desesperante y agónica”, dijo en Brasil el presidente Mauricio Macri, que en Argentina mantiene a numerosos opositores presos, entre ellos a Milagro Sala, y
quien ha llevado a los argentinos a soportar la inflación más alta de los últimos veinte años, la caída en picada de la industria y la actividad económica, más desocupación y un ajuste brutal, lo que para cualquier observador también configura una situación “desesperante y agónica”. Macri puede criticar a otros gobiernos pero es incapaz de reconocer lo que sufre su país por responsabilidad de su gestión.
quien ha llevado a los argentinos a soportar la inflación más alta de los últimos veinte años, la caída en picada de la industria y la actividad económica, más desocupación y un ajuste brutal, lo que para cualquier observador también configura una situación “desesperante y agónica”. Macri puede criticar a otros gobiernos pero es incapaz de reconocer lo que sufre su país por responsabilidad de su gestión.
Lo de las elecciones ficticias, Macri lo dijo delante de Jair Bolsonaro que ganó las elecciones porque su ministro de Justicia, Sergio Moro, metió preso al candidato que más medía en las encuestas, el ex presidente Lula da Silva. La oposición venezolana ganó solamente dos elecciones. Y los dos triunfos fueron reconocidos democráticamente por el gobierno chavista. Todas las demás las perdió, pero la oposición nunca reconoció sus derrotas ni el triunfo de los chavistas. En otros aspectos se podrá discutir, pero es mucho más democrático el presidente Nicolás Maduro que sus opositores.
Macri realizó una visita de un día al presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, y disipó todas las dudas que tenían algunos de sus partidarios: “Tuvimos perfecta armonía, encontramos en Bolsonaro muchísimas coincidencias”. Si quedaba alguna sospecha del carácter del gobierno de Macri, quedan disipadas por sus propias palabras. “Armonía perfecta” con un conspicuo ultraderechista y admirador de las dictaduras.
Pero Brasil es el principal socio de la economía argentina. Un 20 por ciento de los productos que exporta tienen ese destino. Sin embargo, lo que se habló de economía fue pura sanata. La balanza comercial entre los dos países tuvo un rojo de más de 3.500 millones de dólares en el 2018 en contra de Argentina. Al parecer, de eso no se habló. Y si Macri hizo algún intento, fue rápidamente abortado por el brasileño que no está dispuesto a mantener el mismo trato de negociación y diálogo permanente que establecían los gobiernos anteriores para limar los problemas de asimetrías económicas.
Brasil es el principal socio y el tema económico apenas fue mencionado para anunciar que se proponen “flexibilizar” al Mercosur, lo que en pocas palabras podría significar la tupacamarización del bloque por tratados bilaterales con Estados Unidos o Europa.
Además de atacar a un país de la región en términos ideológicos –en vez de prevenir cualquier acto intervencionista–, el otro tema importante fue la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Para eso, Macri fue acompañado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el de Justicia, Germán Garavano. Hay “armonía perfecta” con la política de mano dura de Bolsonaro y con la idea de su ministro Moro de persecución judicial a los opositores. Narcotráfico y terrorismo son los temas que impulsa Washington para flexibilizar procedimientos legales para su aplicación en el law fare contra opositores y movimientos populares.
El macrismo ideologiza la economía y sus relaciones exteriores sin el mínimo atisbo de algo de pragmatismo que le permita entender que en este contexto de crisis mundial es imposible que ese pensamiento pueda favorecer de alguna manera la situación de Argentina en el mundo. Decir que hubo “total armonía” y no poder exhibir algún logro económico –o al menos haber mencionado una meta en ese sentido– tras su encuentro con el mandatario del principal socio del país, con el que además la relación comercial es tremendamente desfavorable para Argentina, demuestra que prioriza lo ideológico por encima de los intereses concretos del país. Armonía perfecta solamente para condenar a Venezuela y aplicar mano dura.
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